Si se hubiese producido un análisis de segunda instancia aparecería una pregunta interesante, esta sería si estos programas son productivos o no. Debe entenderse como productivo por la capacidad de producir un análisis en el televidente. Olvidando lo productivismo que resulta hacer un programa con resúmenes de los medios y miles de personas dispuestas consumir. Que la sociedad consuma esta clase de programas se debe a la televisión, la misma bombardea a la sociedad con programas de chimentos, y lo hiso por más de 10 años. La televisión cumple con la función de ser un gran formador de público ya que muchas personas tienen acceso a un televisor. Por eso la importancia del papel que debe asumir el estado en el de control y la regulación de contenidos de la programación, sobre todo en los canales de aire, privados y públicos.
Un buen comienzo seria hacer hincapié en programas sobre política o historia y ofrecer herramientas de análisis con indicadores históricos para los televidentes. La televisión muchas veces y sin darnos cuenta nos impone que debemos ver y de que no. Por lo tanto también nos transmite que debemos hablar, en que tema interesarnos y cuáles no. El problema de los contenidos productivos e improductivos es aterrante, pero un nuevo dilema aparece cuando observamos que la gente pasa demasiado tiempo en internet.
Ahora el problema es: ¿cómo controlar los contenidos de internet? Esa no es tarea sencilla. Tal vez la televisión sea el medio más fácil de regular y que resulte eficiente para que el estado se acerque a la comunidad.

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